PRIMERA GENERACIÓN

De viticultores a bodegueros

Nuestros bisabuelos Isabelino Marichal y Juana Lugano, descendientes de inmigrantes de Islas Canarias e Italia respectivamente, decidieron establecerse en el paraje Etchevarría, Canelones, al sur de nuestro país.

Allí como agricultores, formaron los primeros viñedos entre los que estaba la variedad Tannat, llamada Harriague en aquellos tiempos.

Isabelino y Juana tuvieron cuatro hijos: Lorenza, Francisco, Ezequiel y Juan Máximo, nuestro abuelo. Todos colaboraban en las tareas del viñedo desde pequeños. Tristemente, Isabelino fallece cuando sus hijos eran jóvenes. Fue Juana junto a sus hijos, los que al enfrentarse a la dificultades de la comercialización de la uva, decidieron que tenían que tener su propia bodega y así poder procesar el producto del trabajo de todo un año en el viñedo.

En 1938, crean una pequeña bodega compuesta por piletas de cemento subterráneas en una cava para poder conseguir que el vino logre las mejores condiciones. Desde aquellas épocas la familia Marichal hacía hincapié en la supervisión enológica que le permitieran la obtención de buenos caldos, caracterizados por su intenso color, estructura y equilibrio.

SEGUNDA GENERACIÓN

Entre comidas de olla y pasión por las motos

En 1948 nuestro abuelo Juan Máximo, y el menor de los hermanos, se casa con María Teresa Gallo Tonelli, llamada afectuosamente “Teresita ” quien lo acompaña en los trabajos de la viña y de la bodega. Luego tuvieron tres hijos: Juan Carlos, Reina y Susana.

La abuela Teresita se encargaba de la preparación de la comida para los cortadores de la uva, que debido a que los medios de transporte no eran buenos, debían pasar la noche en la bodega. Las comidas debían de ser provistas por la familia, para que el trabajo de la vendimia pudiera aprovecharse al máxima trabajando de sol a sol. Su descendencia italiana, sumado a la cultura de campo, hizo que sus comidas de olla fueran el deleite de todos los trabajadores. Ezequiel, acompañaba a su hermano Juan Máximo cuidando de parte de los viñedos. Su espiritu libre y aventurero le propició su pasion por las motociletas. Tanto fue así que en determinado momento con la ganancia de los viñedos que el manejaba, se compró una Royal Enfield, no tuvo mejor idea que irse hasta Rio de Janeiro, recorriendo las regiones mas desoladas de Brasil.

SEGUNDA GENERACIÓN

Entre comidas de olla y pasión por las motos

En 1948 nuestro abuelo Juan Máximo, y el menor de los hermanos, se casa con María Teresa Gallo Tonelli, llamada afectuosamente “Teresita ” quien lo acompaña en los trabajos de la viña y de la bodega. Luego tuvieron tres hijos: Juan Carlos, Reina y Susana.

La abuela Teresita se encargaba de la preparación de la comida para los cortadores de la uva, que debido a que los medios de transporte no eran buenos, debían pasar la noche en la bodega. Las comidas debían de ser provistas por la familia, para que el trabajo de la vendimia pudiera aprovecharse al máxima trabajando de sol a sol. Su descendencia italiana, sumado a la cultura de campo, hizo que sus comidas de olla fueran el deleite de todos los trabajadores. Ezequiel, acompañaba a su hermano Juan Máximo cuidando de parte de los viñedos. Su espiritu libre y aventurero le propició su pasion por las motociletas. Tanto fue así que en determinado momento con la ganancia de los viñedos que el manejaba, se compró una Royal Enfield, no tuvo mejor idea que irse hasta Rio de Janeiro, recorriendo las regiones mas desoladas de Brasil.

TERCERA GENERACIÓN

Expansión y reconversión: calidad

En 1975 nuestro padre Juan Carlos, “Carlitos” como se lo conoce en la familia, se casa con Lidia, hija de Carlos Santos y Esmeralda Santurio. El abuelo Carlos y la abuela Esmeralda, eran viticultores también de Etchevarria y por lo tanto desde joven Lidia y su hermano Daniel colaboraban en las tareas del viñedo. Más tarde nacen sus dos hijos: Juan Andrés y Alejandro.

Juan Carlos y Lidia llevan adelante un proceso de expansión los viñedos y mejora de las condiciones de la bodega, sumándose a la reconversión vitivinícola de hubo en nuestro país a finales del siglo pasado. Se incorporaron cepas con mayor potencial enológico, porque ya en esa época, ellos visualizaban que el futuro de nuestro país estaba en apostar a la calidad internacional.

CUARTA GENERACIÓN

Desarrollo enológico e internacional.

Nosotros Alejandro y Juan Andrés que crecimos en la bodega, desde chicos, ambos sentimos la pasión por la viña y por el vino, eso nos llevo a estudiar Enología.

Yo Alejandro, soy enólogo, graduado en la Escuela de Enología Presidente Tomás Berretta, me he especializado además de la enología, en la viticultura y tengo a mi cargo la gestión de los viñedos de la familia además de otras tareas de la bodega. Hice una vendimia en Napa Valley, USA.  trabajando en dos bodegas V. Sattui y Castello di Amorosa, de donde además del aprendizaje, tengo los mas lindos recuerdos. Integro la directiva de la Asociación del Enólogos del Uruguay en donde trabajamos por mejorar la Enología de nuestro país. Vivo cerquita de la bodega, me gusta el vino, los amigos, la familia y juego al tenis de vez en cuando. Trato de aportar desde mi lugar a la mejora continua de la calidad de la uva y junto a mi familia poder lograr los mejores vinos cada año.

Yo Juan Andrés, también soy enólogo, estudié en Mendoza, Argentina, en donde me gradué de Licenciado en Enología e Industria Frutihortícola en la Universidad J. A. Maza. Allí trabajé en la bodega La Rural, e hice pasantías en varias bodegas, entre ellas Navarro Correas. Cuando volví a Uruguay decidimos junto a mi hermano, que nuestro rol en esta historia era llevar más allá el trabajo de las tres generaciones anteriores. El desafío de Uruguay por estos tiempos es el desarrollo hacia el exterior, por lo que nos hemos enfocado en la calidad y en posicionar nuestros vinos en el mercado internacional. Me dedico a la gestión enológica en la bodega junto al enólogo Sebastian Strada, quien integra nuestro equipo desde hace más de 15 años, y junto a Alejandro en la definición del vino desde su potencial en el viñedo. Participo en ferias internacionales aprendiendo de cada uno de los mercados en los que estamos y presentando allí nuestros vinos.

CUARTA GENERACIÓN

Desarrollo enológico e internacional.

Nosotros Alejandro y Juan Andrés que crecimos en la bodega, desde chicos, ambos sentimos la pasión por la viña y por el vino, eso nos llevo a estudiar Enología.

Yo Alejandro, soy enólogo, graduado en la Escuela de Enología Presidente Tomás Berretta, me he especializado además de la enología, en la viticultura y tengo a mi cargo la gestión de los viñedos de la familia además de otras tareas de la bodega. Hice una vendimia en Napa Valley, USA.  trabajando en dos bodegas V. Sattui y Castello di Amorosa, de donde además del aprendizaje, tengo los mas lindos recuerdos. Integro la directiva de la Asociación del Enólogos del Uruguay en donde trabajamos por mejorar la Enología de nuestro país. Vivo cerquita de la bodega, me gusta el vino, los amigos, la familia y juego al tenis de vez en cuando. Trato de aportar desde mi lugar a la mejora continua de la calidad de la uva y junto a mi familia poder lograr los mejores vinos cada año.

Yo Juan Andrés, también soy enólogo, estudié en Mendoza, Argentina, en donde me gradué de Licenciado en Enología e Industria Frutihortícola en la Universidad J. A. Maza. Allí trabajé en la bodega La Rural, e hice pasantías en varias bodegas, entre ellas Navarro Correas. Cuando volví a Uruguay decidimos junto a mi hermano, que nuestro rol en esta historia era llevar más allá el trabajo de las tres generaciones anteriores. El desafío de Uruguay por estos tiempos es el desarrollo hacia el exterior, por lo que nos hemos enfocado en la calidad y en posicionar nuestros vinos en el mercado internacional. Me dedico a la gestión enológica en la bodega junto al enólogo Sebastian Strada, quien integra nuestro equipo desde hace más de 15 años, y junto a Alejandro en la definición del vino desde su potencial en el viñedo. Participo en ferias internacionales aprendiendo de cada uno de los mercados en los que estamos y presentando allí nuestros vinos.